martes, 24 de marzo de 2009

El Deber del Poeta


¿Los poetas deben sufrir?
¿Deben nutrirse de ironías,
Sembrar palabras de desidia, vicios,
embriagarse en mentiras empalagosas,
crear sortilegios, sutiles ya,
plagados de soberbias metáforas,
de sentimentales metamorfosis,
de inútiles artilugios de la palabra,
de luces de pobre candor poético?

¿Los poetas deben sufrir?
¿Matar con palabras cobardes,
en inmortalidad aparente,
lo que en simples vidas finitas,
no acaban como hombres
con la espada de la vida?

¿Los poetas deben sufrir?
¿O cantarle a la vida,
al pájaro, simple ser de dúctil sonrisa amoratada
al herrero, cristiano por defecto, laborioso por costumbre;
al arroyo cristalino, alma de los campos,
madre del trigo y la cebada;
a los verdes prados, oasis de los templos del cultivo;
a la bondad de los hombres,
a la paz, utopía de los pueblos,
al simple carpintero, siervo de los robles,
hermano de los sauces, de los frescos bosques,
a los niños, hacedores del amor,
de la inocencia y sobriedad;
Cantarle a los madrigales, a las flores, a los ríos,
A la tierra, los frutales.
A la vida misma, a los astros, a los trozos de brillante cuarzo?

¿Los poetas deben sufrir?
¿O cantar a la vida, en simples versos,
cortas prosas,
sutiles frases, y bellas palabras?

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